viernes, 15 de diciembre de 2006

ENTREVISTA A PATTI SMITH


- Prólogo de Lolo -

Poeta del desencanto

Legiones de seres decadentes se agolpan a oír sus embustes. Mentiras divertidas, artimañas dirigidas a personas mal acostumbradas, y muy bien viciadas.

Cantarás, y así guiarás nuestras podridas esencias, necesitadas de tu aliento cuál guerrero de su escudero, indefenso ante la podrida tiranía, de la mesura, la justicia y la prudencia.

Bautizaremos tus versos con los fríos fuegos del hastío, y les daremos forma en nuestro cuerpo y alma, por los siglos de los siglos, amén.

¡Oh, poeta del desencanto, sigue prolongando nuestro sendero, sé por siempre nuestro lucero!




Te consideras un genio?

No es que sea muy inteligente…

Pero el genio es algo más, ¿no crees?

Sí, claro. De niña me daba cuenta de que había algo muy especial dentro de mí. No era muy atractiva, ni muy habladora, ni siquiera demasiado lista en la es escuela. Mi físico no tenía nada en especial, pero siempre tuve esa inusitada esperanza, y un arrojo que me hacía seguir tirando, por jodida que estuviera. Una luz en mi interior me espoleaba.

¿Cómo conociste a Rimbaud?

Bueno, yo trabajaba en una fábrica. Tenía que revisar los dispositivos de aviso de choque en los cochecitos de bebé, y era la pausa del almuerzo. El chico del carrito traía bocadillos de salchicha y yo quería uno de esos, pero el problema es que sólo traía dos al día y las bolleras que manejaban el cotarro, Stella Dragon y Dotti Hook, se quedaban con ellos. Yo me moría por pillar uno. Una se obsesiona con ciertos sabores. Mi boca ansiaba masticar ese bocadillo de salchicha caliente, así que me sentía mal. Bueno, pues crucé las vías del tren para acercarme a una pequeá librería que había por allí, me puse a curiosear buscando algo para leer y vi la Iluminaciones de Rimbaud, ya sabes, la edición de bolsillo de las Iluminaciones. La que tienen todos los chicos. Rimbaud tiene una pinta genial. El libro llevaba una foto suya veteada que me pareció fantástica, así que lo pillé aun sin saber de qué iba. Sólo pensaba que Rimbaud era un nombre genial. Seguramente le llamé “Rimbald”, creyendo que se trataba de un personaje muy cool. Cuando volví a la fábrica me puse a hojearlo. Era una edición bilingüe con los textos en francés e inglés y casi me cuesta el puesto, porque Dotti Hook vio que estaba leyendo algoescrito en un idioma extranjero y preguntó: “¿Para qué lees esa cosa extranjera?”. Yo respondí: “Está también en inglés”, y ella gritó: “Es extranjero, es comunista. Todo lo extranjero es comunista”. Lo dijo tan alto que todo el mundo pensó que lo que estaba leyendo era el Manifiesto comunista o algo así, y se formó un casi total. Salí de la fábrica enfurecida y me fui a casa. De ahí la importancia que tuvo para mí ese libro antes incluso de haberlo terminado. Me enamoré de él. Realmente me enamoré de ese elegante hijo de Pan, porque era muy sexy.

¿Y en qué momento fuiste consciente, empezaste a comprender lo que hacías?

Al cabo de unos meses.

¿Por qué entonces?

Es que yo no me había ficionado a la escritura en sí, sino que me sentía atraída por el estilo de vida de un escritor. La vida de Rimbaud. Estaba enamorada de él porque era un ángel loco y toda esa mierda. Entonces me hice amiga de Janet, que era escritora, y conocí a una serie de autores de Nueva Jersey. Era una escena muy pequeña. Yo escribía en secreto. Trabajaba a destajo en mi arte. La gente me conocía por ser artista y resulta que yo estaba avergonzada de lo que escribía porque mis mejores amigos eran buenos escritores. No tenía confianza en mí misma. Escribía cosas sobre chicas que perdían la virginidad. Solía parecerme mucho a Lorca. Acabé una cosa sobre un muchacho que mataba a su hermana bajo la luz de la luna, Se titulaba “El almendro”. Además, su padre violaba a la joven madrastra. Luego la mataba y le decía: “¡Dios, eres tan fría estando muerta como cuando vivías!”

[…]

Ese libro (Seventh Heaven) se sitúa en la cuerda floja entre escribir e interpretar. Estaba acabando textos como “Mary Jane” o todo eso sobre Juanda de Arco, que es performance poetry, pero, en fin, me pareció que merecía la pena meterlos en el libro porque su contenido era importante. El poema sobre Juana de Arco es prácticamente una masturbación rítmica, pero sitúa a Juana de Arco bajo un nuevo prisma, la presenta como una chica virgen pero muy cachonda que sabe que la va a palmar antes de tener la oportunidad de correrse. Así que hay un trasfondo que hace que fuese válido el volcarlo en unas páginas. Pero por ese entonces, estaba leyendo a Mickey Spillane. Nunca había avanzado mucho en la prosa porque no hablo demasiado bien. Mi gramática no es buena. Me cuesta deletrear. La estructura de mis frases es pésima. No sé cuando emplear las comas, así que me intimadaba escribir algo que no sea muy simple. Pero comencé a leer a Michael Spillane y Mike Hammer y su estilo martilleante, como: “Corrí. Bajé la calle a toda prisa. Y vuelta a atrás”. Así escribía. Frases de tres palabras que son un auténtico escalofrío y que resultan muy efectivas. Me sedujo toda esa rapidez y al mismo tiempo empecé a leer a Céline. Nunca he logrado acabar uno solo de sus libros porque son demasiado intelectuales, pero me fascinaba el hecho de que pudiese congelar cada palabra con sus puntos y seguido y sus puntos aparte, o que se atreviese a poner una palabra como “amarillo” y seguir con otros cuarenta vocablos que suenan como cuarenta movimientos, o alguna clase de concierto. No me atrae tanto como Michael Spillane, pero los dos me interesan.

También me puse a leer a Michaux. Es muy divertido. Escribió un libro titulado The Adventure of Phene sobre un chico totalmente paranoico. Está tan mal que se va a Roma y quiere ver el Coliseo y el guía turístico le dice: “Mantente alejado del Coliseo, se encuentra ya en un estado lo suficientemente malo como para que alguien como tú vaya por allí a curiosear”. Y Phene responde: “Oh, lo siento. ¿Puedo comprarme entonces una postal del Coliseo?”. El guía se desespera: “No seas ridículo”, y Phene contesta: “Vaya, la verdad es que no quería comprar ninguna postal. Ni siquiera sé por qué he venido a este país”. Y entonces se marcha. En fin, como te decía, junté las tres cosas: velocidad, humor y el carácter sagrado de la palabra. Y lo mezclé todo.

Veo que tus influencias son sobre todo europeas, Rimbaud, Cendrars, Céline, Michaux…

Así solía ser. No me interesaba la literatura norteamericana.

¿Y eso por qué?

Por las biografías de los escritores. Me atraían sobre todo sus vidas. Y no hay ninguna biografía de genios norteamericanos, excepto de los vaqueros del Oeste. Y como soy una chica, estaba interesada en la feminidad de los hombres.

[…]

¿No te tomas a tí misma en serio?

Ultimamente no me tomo nada en serio y al mismo tiempo tiempo me lo puedo tomar todo muy en serio. Soy demasiado cínica para hacerlo. Si me encuentro relajada, en un estado de pura bonanza, puedo juzgar ciertos poemas míos y me parecen buenos. Pero las más de las veces los releo y me digo: “Ah, estoy es una mierda”. Mick Jagger escucha sus propios discos y dice que son una mierda. Lo mismo le pasa con Bob Dylan. Me duele leer entrevistas con Bob Dylan en las que afirma que odia Nashville Skyline. Pero comprendo cómo se siente. La mejor obra, en mi opinión, es la obra que se encuentra en curso. Y por eso escribo… Casi odio que mi trabajo salga a la luz. Soy más culpable de no publicaar que cualquier editor, porque mo obra siempre está en progreso. No me gustaba terminar mis dibujos. A Yeats le pasaba algo parecido. ¿Cuántas versiones de “Leda y el cisne” terminó? Resulta muy difícil dar algo por concluido porque eso significa que está muerto. De Kooning pintó treinta y ocho mujeres muertas bajo el título de Woman 1 porque no podía soportar la idea de haberla terminado. Cuando una mujer da a luz, ya está, lo ha creado, acaba de empezar. Pero cuando un artista termina su obra, cuando pone el punto final o la última pincelada, se acabó.

Dime cómo escribes un poema.

Déjame coger el libro. Por ejemplo… “Judith”. La mayoría de mis poemas los escribo de dos modos distintos. En primer lugar, como si fuera una carta a alguien que nunca va a recibirla, y la otra opción es transcribir mis sueños, como en el caso de “Skunk Dog”, que fue enteramente un sueño.

Judy era una chica de la que estaba enamorda mentalmente. La quiero porque tenemos la misma clase de energía mental. Podemos viajar a través del tiempo, y tenemos una forma muy especila de comunicarnos la una con la otra. Pero ella nodeja que le ponga las manos encima. Es una chica a la que me gustaría hacerle cosas, me obsesionaba, pero no me dejaba. Entonces resulta que se va al Nepal y antes de marcharse me agarra y me besa, y yo me quedé tan sorprendida que me la quité de encima y me dijo: “Ahora sí que la has fastidiado”, sólo porque me había acojonado. Tan pronto como se acercó a mí, me dio mierdo. Soy una farsante.

En fin, que Judy se había ido y yo la seguía queriendo tanto que no podía soportarlo. Empecé a soñar con ella. Intenté escribirle una carta, pero cuando amas a alguien de veras es casi imposible escibirle nada, ya sabes. La gente a la que más quieres es la gente con quien la comunicación verbal resulta más difícil. Tenía una conexión mental tan fuerte con ella que apenas podría hablarle. Así que estaba frente a la máquina de escribir, y para mí escribir es un proceso muy físico. Escribo con el mismo fervor con el que Jackson Pollock solía pintar. Comencé con un verso, hablando de las cosas que compratimos, como que nos gustaba la película Judax; eran unas pocas palabras, pero ya sabes, palabras que eran perfectas, como “kodak”, “radiante” o “zorra de gelatina”, y me pasaba el tiempo anotando cosas así.

¿Contruiste el resto del poema en torno a esas palabras?

Sí, a partir de esas palabras. Intentaba escribirle una carta, pero no tenía ni idea de su paradero, así que obviamente era un ejercicio de puro narcisismo. Como masturbarse. Procuraba proyectar, con palabras y lenguaje, una fotografía de Judy. Intentaba acabar el texto. En fin, tenía esas palabras que se quedaron sobre un papel durante un par de días, y luego les eché un vistazo y parecían un cuadrado perfecto, y así se quedaron. Las estiré un poco, añadí algunos puntos y ya está.

1 comentario:

Anónimo dijo...

kiero rollo con paty...