sábado, 23 de febrero de 2008

DOMINGOS POR LA NOCHE

los domingos por la noche es el mejor momento de la semana para dar un agradable paseo por algunas calles céntricas de la ciudad. No te encuentras las aglomeraciones del fin de semana pero siempre puedes toparte con algun iluminado con el que hecharte unas risas. Los domingos por las noches, este tipo de gente sale a pasear. Parece una idea como bastante romántica creo yo. El hecho de esperar a que se acabe la semana para poder disfrutar de tu ciudad. Parece como que todos los que andan por ahí por la noche hayan estado esperando a que todo el mundo se hubiese ido a descansar para poder salir a dar una vuelta. La mayoría van solos, sin embargo les gusta detenerse a hablar entre ellos.

Estaba yo sentando en un banco pensando en el cuento que tenía que escribir esa semana. Lo había de entregar al día siguiente. Para variar se me había consumido la semana demasiado rápido. Cuando estaba a punto de que se me ocurriese la idea más genial jamás contada, vino una chica y se sentó a mi lado, preguntándome por algo de tabaco americano. Empezamos a hablar y dió la enorme casualidad que era una de las pocas personas que se leía mis cuentos. Al cabo de un rato de intentar convecerle de que había cosas mejores que hacer que leer mis historias, me preguntó que por qué nunca hablaba de las mujeres, por qué nunca salían en mis relatos.

Como os he dicho antes, los domingos nocturnos los tengo como un momento romántico, especial, medio espiritual y con ciertas normas éticas. Por lo que decidí no tirarle los trastos a esa chica. Pensé que sería mas justo, en relación a los individuos que habitaban las calles a esas horas, hablarle de manera honesta a aquella mujer.

No escribo sobre vosotras porqué no sé qué decir de vosotras. Sois de un mundo que apenas conozco. Y como yo casi todos los hombres. Parece como que no os interesa sacar lo que llevais dentro. Os da como miedo decir lo que pensais. Y para mí eso resulta sumamente aburrido.

La chica, algo rabiosa por mis comentarios, empezó a despotricar contra los hombres. Sus argumentos eran demolodores y definitivos. No se limitaba a los típicos "los tíos sólo pensais en ver tetas" o "con un partido de futbol ya estáis contentos". La tía iba mucho más allá en los ataques, y se centraba en la idea de que éramos incapaces mentalmente de comprender a las mujeres. Yo, maravillado por su capacidad dialéctica y por sus brillantes insultos, decidí romper el pacto de no tirar los trastos los domingos por la noche.

Le dije si quería acabar de insultarme en mi casa, a lo que respondió que era lesbiana.

Llegué a casa con un sabor agridulce. Por un lado, me había dado calabazas una chica con la que parecía que me podía entender. Pero por otro lado, seguía contento por haber tenido otro domingo nocturno interesante. Había conocido a una chica que, pese a leer mis cuentos, rajaba sobre los hombres como yo de las mujeres. Aunque había algo que me intrigaba. Ella era lesbiana. ¿Qué significaba eso?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Soy yo, tu querida seguidora, con la que coincidiste hace ya dos domingos por la noche, la que te preguntó porqué no hablabas sobre el género feminino.. después de la discusión concluí que si no te sacaban sus pensamientos será porqué no los sienten o igual porque las abrumas de tal manera que no pueden hacerlo.. de todas formas te escribo pa decirte que me gustó mucho tu último relato, está en el ranquing de mis favoritos!!
cuidate Chinaski

Anónimo dijo...

lof-ly

jomateixa dijo...

Perquè ets com ets i sempre em sorprèn la teva senzillesa que alhora és complexa