lunes, 1 de enero de 2007

ENTREVISTA A TOM WAITS

Lolo dice que…

Él no canta, expulsa ronquidos a los cuales consigue dar significado.

Es un poeta que no se sirve de pluma, sino de una potente, rota y desquiciante voz, la cual se asemeja a la vida que ha llevado durante muchos años.

Años marcados por un continuo carnaval, del que de vez en cuando se escapaba para respirar, definir sus inquietudes, ladrarlas con música de fondo y rápidamente, volver a zambullirse en el frenético ritmo de su beatífica existencia.

Fue un tiempo que seguramente repartió entre vagabundos, putas, putas a sueldo y golfillos y golfillas entrañables, a lo Dean Moriarty o Chinaski Casasnovas, con los cuales compartió viajes, juergas y excitación demencial.

A continuación tenemos la oportunidad de leer esta entrevista a Tom Waits, hecha por un mongoloide que apenas ha sabido sacar jugo a tan interesante personaje.

¿Por qué eligió Petaluma para vivir?

Yo no vivo en Petaluma.

¿Esto no es Petaluma?

Sí, pero yo vivo en otro pueblo de aquí al lado.

¿Cómo se llama?

Eso no se lo pienso decir, que luego se llena de gente. Invéntese un nombre. Por ejemplo, la Ciudad del Sueldo del Alcalde [nombre de ciudad en su disco Mule variations].

¿Pero por qué eligió esta zona de California?

Vine por el vino, pero después dejé de beber.

¿No era suficientemente bueno?

Sí lo era, pero yo decidí dejar el alcohol.

¿Sabe que todos los amigos a los que les comenté que le iba a entrevistar me propusieron cosas como: llévate una botella de ‘bourbon’ y la bebéis juntos? ¿Le molesta que la gente siga reteniendo la imagen con la que se hizo célebre en los años setenta?

No puedo hacer nada al respecto. Además, yo a sus amigos no los veo a menudo, ¿no? Supongo que es normal que la gente piense que la persona que uno era hace diez años lo siga siendo hoy. Además, yo no dejé de beber, el alcohol me dejó a mí.

Le ha dedicado a ‘Orphans…’ casi dos años.

Sí. Son temas nuevos, temas perdidos, temas huérfanos… Los títulos de cada álbum se corresponden con la música y atmósfera que hay dentro. Son muchos tipos diferentes de líricas, de estilos, de acentos, incluso de voces. Pero ahora me siento más cercano a Bastards.

En Bastards, Waits se regocija en su lado más experimental, acercándose a Captain Beefheart o Lord Buckley, e incluye varios relatos hablados, sin música, chocantes, como Children’s story, un cuento para niños tremendamente cruel o el poema de Bukowski Nirvana. Brawlers se mueve en el entorno del blues, mientras que Bawlers incluye temas compuestos para películas, baladas que arrastran la tristeza que impregnaba su primera época o versiones sucias de temas como el clásico de Leadbelly Goodnight Irene.

¿Ha sido como interpretar a personajes diferentes en las películas?

Sí, es parecido. Necesitas decidir lo que necesita cada canción. Y entonces pruebas. A veces resulta que tu voz suena mejor si intentas parecer una mujer, o si sólo hablas, o si sólo susurras.

En ‘Brawlers’, la canción ‘Road to peace’ habla de la guerra entre israelíes y palestinos. Usted no suele hacer temas políticos…

Se me ocurrió leyendo The New York Times. Iba a tirar a la basura todos esos periódicos con cientos de artículos sobre ese conflicto y no podía hacerlo sin escribir nada sobre el tema.

Si tuviera que escribir una canción sobre Bush, ¿cómo la titularía?

El pequeño hombre con el gran encargo… No sé… El otro día escuché esas cosas que dijo Chávez sobre él. Le llamó demonio… En Estados Unidos, mucha gente piensa lo mismo. Es como una garrapata sobre un caballo que intenta chuparle toda la sangre y se pone tan gorda que parece que va a explotar. ¿Cómo te deshaces de ella? ¿Cómo consigues tirarla por el váter? Todos le odiamos. Es un ladrón, un estraperlista. Está clarísimo, tiene muchos intereses petroleros. Tiene una aguja muy larga, la ha pinchado en Oriente Próximo y está chupando de ahí todo lo que puede.

¿Ha vuelto a grabar en el cuarto de baño de su casa, como en su anterior disco?

Sí. Siempre busco habitaciones que suenen bien, con una buena atmósfera. El secreto está en la acústica de los azulejos… Cada habitación es como un instrumento más. Me gusta descubrir sonidos en todas partes. Son las oportunidades arbitrarias que ofrece la música, que es lo que yo adoro. Cuando alguien arrastra una silla y suena como un autobús frenando. Pasa todo el rato, pero tienes que estar dispuesto a escuchar.

En este álbum también ha utilizado alguno de esos instrumentos obsoletos o inventados que usted colecciona… ¿Me podría explicar qué es un piano borracho?

Supongo que un piano desafinado, o al que le faltan algunas teclas, o al que le ha llovido encima.

De repente, como si alguien hubiera preparado la escena para contestar a la pregunta, Tom Waits se queda mirando a su izquierda, se levanta, se acerca a un mueble que está cubierto con plástico azul y, ¡zas!, descubre un piano de madera hinchado, sucio, mojado y con las teclas desquiciadas: “¡Esto es un piano borracho! Inténtele sacar algún sonido, saldrá como ahogado…”. El piano resplandece en su deterioro en medio del patio polvoriento y olvidado de Little Amsterdam, mientras Tom Waits lo mira embelesado. “Es una lástima…”, balbucea.

Acaba de tocar en Nashville, en Cleveland, en Atlanta, etcétera. ¿Por qué sale tan poco de gira y siempre va a sitios pequeños?

No me me gusta tocar en Nueva York o en Los Ángeles. Me pone nervioso que las primeras 10 filas estén ocupadas sólo por gente de la industria o de la prensa. Busco una audiencia de personas. Pero en esta gira me lo he pasado muy bien. Igual nos volvemos a lanzar a la carretera.

¿Cuándo?

Cuando nos apetezca. Ponga lo que quiera.

Duke Ellington les solía dar a sus músicos descripciones de cosas o personas para que tocaran de una u otra manera. ¿Cómo trabaja usted con los suyos?

A veces les hablas de forma abstracta porque estás describiendo algo que no puedes ver, estás haciendo películas para los oídos y tienes que hablar en imágenes. Les ayuda. Otras veces les das nombres de otros músicos…

¿Esas películas las tiene en la cabeza de antemano?

No, te las inventas en el momento. Yo te podría decir: toca como los ojos del enano subido en los hombros del gigante ciego, o toca como la mujer con cara de mula que baila con el chico cocodrilo. ¡Ponle más púrpura!, ¡demasido marrón!, ¡falta amarillo! ¡Necesito negro para poner amarillo!

Antes mencionó a James Brown. ¿Fue su despertar musical?

Un poco, pero yo escuché música desde niño. Empecé oyendo baladas mexicanas con mi padre y canciones folk en Pomona, la ciudad en la que nací [el 7 de diciembre de 1949].

¿Qué hacía su padre?

Enseñaba español. Yo de pequeño lo hablaba; ahora, muy poco [balbucea en español].

¿Nunca se planteó utilizarlo en sus canciones?

No, pero llevo tiempo intentando convencer a Los Lobos para que me dejen cantar un tema. ¿Conoce esa de “Guadalajara en un llanooo, México en una lagunaaaa?” [cantando]. Es un vals. ¡Punch 1, 2, 3! ¡Punch, 1, 2, 3! [cantando y agitando el puño al ritmo].

¿Qué le llevó hasta la música?

Quería ser parte de esto, tocar era como un sueño. Tener a 3.000 personas esperando a que yo salga, gente chillando… Eso es lo que quería.

Pero también tuvo tropezones. Como telonero de Zappa le abuchearon…

Sí, no les gustaba nada. Pero lo tenía que hacer. Es divertido mirar hacia atrás… No ha sido fácil. Si fuera fácil, todo el mundo lo haría.

Pero ahora todos los jóvenes quieren ser estrellas de rock, estrellas de Hollywood; la televisión lo presenta como algo sencillo. Todas las niñas quieren ser Britney Spears.

Sí, pero ella no es feliz, créame. Tiene dos hijos, está gorda, cabreada con su marido, adicta a quién sabe qué… Está lo que usted ve sobre el escenario y lo que hay detrás. Créame, entre bastidores el mundo es muy feo, está lleno de monstruos. Como los que había en la prehistoria, horribles. No es fácil, la gente no tiene ni idea de lo que pasa fuera del escenario.

¿Cómo es su relación con la música y el cine?

A veces te explican la película: “Esto es una historia de dos tipos que trabajan en una tintorería, y una noche uno pone un petardo en su oreja, y le vuela la cabeza, y aterriza en Kansas, y le meten en la cárcel durante tres años, y después le secuestran y se lo llevan a Canadá, y cuando sale se cambia de sexo y monta un bar, y…”. La historia te parece buenísima, dices que sí, y luego ves la película y es una mierda. Por eso ahora escojo solamente ponerles música si las he visto antes. Es un negocio en el que si quieren tu ayuda es porque no tienen dinero, o porque hay problemas y esperan que tú los arregles. Así que ya sólo lo hago si realmente me apetece.

Como actor, ¿también es tan selectivo?

Debería serlo. Cuando trabajas para alguien, con mucha gente, nunca estás seguro. Eres un violín entre trescientos violines. No estás conduciendo, vas en un autobús. Unas veces es divertido, y otras, una pérdida de tiempo. Pero estás atrapado; una vez dentro, ya no puedes escaparte.

¿Qué es lo que le gusta de actuar?

Me acerco con el mismo planteamiento con el que me acerco a la música: intentando encontrar una cualidad musical en el personaje y en sus palabras. Pero no tengo técnica suficiente como para sentirme relajado haciendo las películas.

Ha hecho varias con Jim Jarmusch. ¿Es cierto que han montado juntos una hermandad, llamada Los Hijos de Lee Marvin, con Nick Cave y John Lurie?

Sí, es cierto, pero no sé quiénes son los miembros. Voy a tener que cambiar toda la normativa, porque se ha colado un montón de chicas…

¿Y cómo se entra?

No se lo puedo decir, hay muchos requisitos, es privado.

¿Y qué hacen cuando se reúnen?

Lo que hacen los amigos cuando se juntan: tomar café, hablar de películas, disfrutar de la compañía. Lee Marvin es sólo el padre espiritual. Pero la organización está en crisis. Jim dejó entrar a varias chicas y ahora la gente empieza a hacer preguntas, como usted. Antes era más como la CIA, ¿entiende? Muy secreta, muy privada. Vamos a tener que replanteárnoslo todo.

¿Le puedo hacer una pregunta más?

Sí, pero después le corto la cabeza.

¿Llegó a conocer a Bukowski?

Sí.

¿Era como se lo imaginaba?

No.

¿Cómo lo recuerda?

Riéndose, bebiéndose un vino tinto, dándole azotes en el culo a su mujer… Lo cierto es que, cuando vas a conocer a alguien, te llevas tu imaginación al encuentro… ¿Soy yo como usted me imaginaba?

No del todo.

[Tom Waits sonríe, se levanta, se pone su sombrero como quien lleva haciéndolo desde la eternidad y se dirige hacia la puerta]. Se lo dije, sobre el escenario y entre bastidores. Personas diferentes.

1 comentario:

Borja Casasnovas dijo...

Si alguien quiere ver la entrevista completa, que me mande un fax explicando el motivo de tanto aburrimiento. Juá!