lunes, 17 de marzo de 2008

LA DEMOCRACIA

Ayer eran las elecciones. Todo el mundo lo sabía. Hasta mi amigo Chiribillas, que es un anti-sistema y no ve la tele, lo sabía. Bueno de hecho los anti-sistema son los que más al loro están de estas cosas, pero bueno...es igual. Como decía todo el mundo lo sabía, y todo el mundo te comenta algo. Evidentemente, dependiendo de con quién hables, te dirán una cosa u otra. Pero lo que observaba es que casi todos estaban algo enfadados. El sábado, día de reflexión para todos los españoles con derecho a voto, y día de resaca para todos los españoles con derecho a dos días de fiesta (o sea todos menos los autobuseros en teoria), fui a comprar unos bollos y el del colmado me dijo: "hay que frenar a la derecha de este país si no queremos acabar como en el 36...Tú claro, eres muy joven para saber lo que fue eso". Y usted muy viejo para recordarlo, pensé, pero en fin.

Al mediodía vinieron mis abuelos a comer a casa y me decían que había que quitar a los separatistas y a los comunistas de España, y que sólo había un partido que lo pudiese hacer. Yo les decía que sí con la cabeza mientras me divertía viendo a mi abuelo pelearse con su dentadura postiza.

Por la tarde, fui a mi facultad, y mis compañeros de clase me decían que Catalunya tenía que tener más peso en Madrid o esos fachas nos acabarían quitando hasta el pa amb tomaquet. Yo les dije que fumar esas cosas que fumaban no les ayudaba demasiado...

Con este panorama, mi opción se asemejaba con la de mi amigo Chiribillas, que era el no ir a votar, aunque mi hermano me decía que pa' eso votase en blanco, que había que contribuir a la democracia. Yo ya empezaba a tener la cabeza como un bombo, y el día de reflexión se estaba convirtiendo en el día de los pesaos que te comen la cabeza. A ultima hora de ayer domingo, decidí hacer caso a mi madre, que me dijo que votase a un partido que luchaba por erradicar la pobreza en el mundo o algo así. Lo encontré tan ambicioso como gracioso y cuando quedaba poco tiempo para que cerrasen las urnas decidí bajar a votar.

Después de saludar al Mosso d'Esquadra de la puerta, entré en una sala con mucha gente muchos papeles, muchos sobre, y muchas urnas. Pude localizar la mesa en la que se encontraban las papeletas de los partidos, pero después de 10 minutos buscando, no encontré la que yo buscaba, la de la pobreza...me estaba poniendo muy nervioso porque estaban a punto de cerrar, así que en un acto democrático sin precedentes, cogí una papeleta al azar y me la metí en el bolsillo. Ahora tenía que buscar una urna donde meter mi papeleta. Cuando encontré una en la que no había cola fui corriendo hacia ella para meter el papelito, pero entonces vinieron las preguntas. Que como me llamaba, que si tenía DNI...y que por favor pusiese la papeleta dentro de un sobre.

Estaba resultando complicadísimo ser un buen ciudadano. En la mesa de las papeletas había dos sobre. Uno que ponía noseque del Senado y otro de nosequé de los Diputados. Volví a coger uno al azar y me dirigí de nuevo a la urna sin cola. Les enseñe mi carnet de conducir y después de 5 minutos buscándome no me encontraron en las listas y me dijeron, debe ir a otra urna, aunque no quisieron decirme a cuál. Al final, abatido por dos días frenéticos de democracia, decidí que yo no estaba hecho para esto y le dí mi carnet de conducir a un niño que ví jugando en la calle y le dije: Toma hijo, vota por mí, que yo no me entero de la misa la mitad. El niño, encantao fue dando saltos mientras yo me alejaba de las urnas, derrotado por la democracia.