El jueves pasado cogí el ferrocarril como todos los jueves, para ir a mi sesión de terapia de la risa. Al cabo de un par de paradas encontré un sitio donde me pude sentar. A m izquierda tenía un niño que estaba escuchando música con su ipod mientras jugaba a los marcianitos con su consola. También había delante suyo un hombre con hasta 4 periódicos de éstos gratuitos, que tanto les gusta a la gente. Los iba leyendo uno detrás de otro. Y enfrente mío tenía a una mujer morena de unos diez años mayor que yo, más o menos. Estaba leyendo un libro que yo me había leído, y que me había gustado bastante.
Me entraron ganas de comentárselo y preguntarle qué le estaba pareciendo aquél libro. Pero como de costumbre, me callé y me conformé con imaginarme una posible conversación con ella. Empecé a hojear el libro que yo llevaba pero no podía parar de pensar en la mujer. De vez en cuando levantaba la cabeza para mirarlara y cuando se daba cuenta, clavaba los ojos en mí con una mirada totalmente penetrante. Yo, que soy un tipo muy paradito, no podía aguantar esa mirada más de un segundo y agachaba la cabeza.
Pero no se me quitaba la imagen de sus ojos y volvía a mirarla como quien no quiere la cosa. Pero volvía a ocurrir lo mismo. Giré la vista al niño del ipod y al hombre de los diarios gratuitos, y los dos me dijeron que sí con la cabeza, como diciendo que había de dar un paso más y decirle algo a la mujer. Yo también les dije que sí con la cabeza a los 2 y cogí fuerzas para empezar la esperada conversación con la morena. Le dije que si le estaba gustando el libro, que yo lo había leído. Me dijo que le estaba aburriendo mucho, y que lo más seguro es que al salir del tren lo tiraría a la basura de lo malo que era. Yo le contesté que a mi tampoco me había gustado mucho. La mujer se rió, como sabiendo que me había salido mal la jugada del libro. La verdad es que no sabía si me estaba vacilando o qué. Pensé que lo mejor sería tirar la toalla y darme por satisfecho tras haber logrado empezar la conversación, aunque sin mucho éxito.
En la siguiente parada, la mujer se levantó y cuando estaba a punto de salir por la puerta me miró y me hizo un gesto con la cabeza para que saliese fuera. Me levanté deprisa y me tropecé con una maleta que alguien había puesto ahí en medio obstaculizando de manera clara el paso de los pasajeros. Me volví a levantar y pude salir del vagón a tiempo antes de que se cerrasen las puertas.
Estuve toda la tarde y toda la noche con ella hablando y bebiendo, y no fui a la terapia de la risa, aunque valió la pena. Desde aquí quiero agredecer al niño del ipod y al hombre de los diarios gratuitos por haberme ayudado a hablar con la mujer. Y desde aquí también me gustaría ayudar a todos aquellos que se arrepienten de no haber dicho nada a aquella chica o aquel chico que visteis en el metro y pensasteis en decirles algo, pero que os venció la timidez y el ridículo. Yo os animo a empezar conversaciones, aunque sean absurdas, con esa persona. ¿Se pierde algo? Es posible que sí, pero lo que se puede ganar vale la pena. ¿...?
lunes, 5 de mayo de 2008
lunes, 17 de marzo de 2008
LA DEMOCRACIA
Ayer eran las elecciones. Todo el mundo lo sabía. Hasta mi amigo Chiribillas, que es un anti-sistema y no ve la tele, lo sabía. Bueno de hecho los anti-sistema son los que más al loro están de estas cosas, pero bueno...es igual. Como decía todo el mundo lo sabía, y todo el mundo te comenta algo. Evidentemente, dependiendo de con quién hables, te dirán una cosa u otra. Pero lo que observaba es que casi todos estaban algo enfadados. El sábado, día de reflexión para todos los españoles con derecho a voto, y día de resaca para todos los españoles con derecho a dos días de fiesta (o sea todos menos los autobuseros en teoria), fui a comprar unos bollos y el del colmado me dijo: "hay que frenar a la derecha de este país si no queremos acabar como en el 36...Tú claro, eres muy joven para saber lo que fue eso". Y usted muy viejo para recordarlo, pensé, pero en fin.
Al mediodía vinieron mis abuelos a comer a casa y me decían que había que quitar a los separatistas y a los comunistas de España, y que sólo había un partido que lo pudiese hacer. Yo les decía que sí con la cabeza mientras me divertía viendo a mi abuelo pelearse con su dentadura postiza.
Por la tarde, fui a mi facultad, y mis compañeros de clase me decían que Catalunya tenía que tener más peso en Madrid o esos fachas nos acabarían quitando hasta el pa amb tomaquet. Yo les dije que fumar esas cosas que fumaban no les ayudaba demasiado...
Con este panorama, mi opción se asemejaba con la de mi amigo Chiribillas, que era el no ir a votar, aunque mi hermano me decía que pa' eso votase en blanco, que había que contribuir a la democracia. Yo ya empezaba a tener la cabeza como un bombo, y el día de reflexión se estaba convirtiendo en el día de los pesaos que te comen la cabeza. A ultima hora de ayer domingo, decidí hacer caso a mi madre, que me dijo que votase a un partido que luchaba por erradicar la pobreza en el mundo o algo así. Lo encontré tan ambicioso como gracioso y cuando quedaba poco tiempo para que cerrasen las urnas decidí bajar a votar.
Después de saludar al Mosso d'Esquadra de la puerta, entré en una sala con mucha gente muchos papeles, muchos sobre, y muchas urnas. Pude localizar la mesa en la que se encontraban las papeletas de los partidos, pero después de 10 minutos buscando, no encontré la que yo buscaba, la de la pobreza...me estaba poniendo muy nervioso porque estaban a punto de cerrar, así que en un acto democrático sin precedentes, cogí una papeleta al azar y me la metí en el bolsillo. Ahora tenía que buscar una urna donde meter mi papeleta. Cuando encontré una en la que no había cola fui corriendo hacia ella para meter el papelito, pero entonces vinieron las preguntas. Que como me llamaba, que si tenía DNI...y que por favor pusiese la papeleta dentro de un sobre.
Estaba resultando complicadísimo ser un buen ciudadano. En la mesa de las papeletas había dos sobre. Uno que ponía noseque del Senado y otro de nosequé de los Diputados. Volví a coger uno al azar y me dirigí de nuevo a la urna sin cola. Les enseñe mi carnet de conducir y después de 5 minutos buscándome no me encontraron en las listas y me dijeron, debe ir a otra urna, aunque no quisieron decirme a cuál. Al final, abatido por dos días frenéticos de democracia, decidí que yo no estaba hecho para esto y le dí mi carnet de conducir a un niño que ví jugando en la calle y le dije: Toma hijo, vota por mí, que yo no me entero de la misa la mitad. El niño, encantao fue dando saltos mientras yo me alejaba de las urnas, derrotado por la democracia.
Al mediodía vinieron mis abuelos a comer a casa y me decían que había que quitar a los separatistas y a los comunistas de España, y que sólo había un partido que lo pudiese hacer. Yo les decía que sí con la cabeza mientras me divertía viendo a mi abuelo pelearse con su dentadura postiza.
Por la tarde, fui a mi facultad, y mis compañeros de clase me decían que Catalunya tenía que tener más peso en Madrid o esos fachas nos acabarían quitando hasta el pa amb tomaquet. Yo les dije que fumar esas cosas que fumaban no les ayudaba demasiado...
Con este panorama, mi opción se asemejaba con la de mi amigo Chiribillas, que era el no ir a votar, aunque mi hermano me decía que pa' eso votase en blanco, que había que contribuir a la democracia. Yo ya empezaba a tener la cabeza como un bombo, y el día de reflexión se estaba convirtiendo en el día de los pesaos que te comen la cabeza. A ultima hora de ayer domingo, decidí hacer caso a mi madre, que me dijo que votase a un partido que luchaba por erradicar la pobreza en el mundo o algo así. Lo encontré tan ambicioso como gracioso y cuando quedaba poco tiempo para que cerrasen las urnas decidí bajar a votar.
Después de saludar al Mosso d'Esquadra de la puerta, entré en una sala con mucha gente muchos papeles, muchos sobre, y muchas urnas. Pude localizar la mesa en la que se encontraban las papeletas de los partidos, pero después de 10 minutos buscando, no encontré la que yo buscaba, la de la pobreza...me estaba poniendo muy nervioso porque estaban a punto de cerrar, así que en un acto democrático sin precedentes, cogí una papeleta al azar y me la metí en el bolsillo. Ahora tenía que buscar una urna donde meter mi papeleta. Cuando encontré una en la que no había cola fui corriendo hacia ella para meter el papelito, pero entonces vinieron las preguntas. Que como me llamaba, que si tenía DNI...y que por favor pusiese la papeleta dentro de un sobre.
Estaba resultando complicadísimo ser un buen ciudadano. En la mesa de las papeletas había dos sobre. Uno que ponía noseque del Senado y otro de nosequé de los Diputados. Volví a coger uno al azar y me dirigí de nuevo a la urna sin cola. Les enseñe mi carnet de conducir y después de 5 minutos buscándome no me encontraron en las listas y me dijeron, debe ir a otra urna, aunque no quisieron decirme a cuál. Al final, abatido por dos días frenéticos de democracia, decidí que yo no estaba hecho para esto y le dí mi carnet de conducir a un niño que ví jugando en la calle y le dije: Toma hijo, vota por mí, que yo no me entero de la misa la mitad. El niño, encantao fue dando saltos mientras yo me alejaba de las urnas, derrotado por la democracia.
sábado, 23 de febrero de 2008
DOMINGOS POR LA NOCHE
los domingos por la noche es el mejor momento de la semana para dar un agradable paseo por algunas calles céntricas de la ciudad. No te encuentras las aglomeraciones del fin de semana pero siempre puedes toparte con algun iluminado con el que hecharte unas risas. Los domingos por las noches, este tipo de gente sale a pasear. Parece una idea como bastante romántica creo yo. El hecho de esperar a que se acabe la semana para poder disfrutar de tu ciudad. Parece como que todos los que andan por ahí por la noche hayan estado esperando a que todo el mundo se hubiese ido a descansar para poder salir a dar una vuelta. La mayoría van solos, sin embargo les gusta detenerse a hablar entre ellos.
Estaba yo sentando en un banco pensando en el cuento que tenía que escribir esa semana. Lo había de entregar al día siguiente. Para variar se me había consumido la semana demasiado rápido. Cuando estaba a punto de que se me ocurriese la idea más genial jamás contada, vino una chica y se sentó a mi lado, preguntándome por algo de tabaco americano. Empezamos a hablar y dió la enorme casualidad que era una de las pocas personas que se leía mis cuentos. Al cabo de un rato de intentar convecerle de que había cosas mejores que hacer que leer mis historias, me preguntó que por qué nunca hablaba de las mujeres, por qué nunca salían en mis relatos.
Como os he dicho antes, los domingos nocturnos los tengo como un momento romántico, especial, medio espiritual y con ciertas normas éticas. Por lo que decidí no tirarle los trastos a esa chica. Pensé que sería mas justo, en relación a los individuos que habitaban las calles a esas horas, hablarle de manera honesta a aquella mujer.
No escribo sobre vosotras porqué no sé qué decir de vosotras. Sois de un mundo que apenas conozco. Y como yo casi todos los hombres. Parece como que no os interesa sacar lo que llevais dentro. Os da como miedo decir lo que pensais. Y para mí eso resulta sumamente aburrido.
La chica, algo rabiosa por mis comentarios, empezó a despotricar contra los hombres. Sus argumentos eran demolodores y definitivos. No se limitaba a los típicos "los tíos sólo pensais en ver tetas" o "con un partido de futbol ya estáis contentos". La tía iba mucho más allá en los ataques, y se centraba en la idea de que éramos incapaces mentalmente de comprender a las mujeres. Yo, maravillado por su capacidad dialéctica y por sus brillantes insultos, decidí romper el pacto de no tirar los trastos los domingos por la noche.
Le dije si quería acabar de insultarme en mi casa, a lo que respondió que era lesbiana.
Llegué a casa con un sabor agridulce. Por un lado, me había dado calabazas una chica con la que parecía que me podía entender. Pero por otro lado, seguía contento por haber tenido otro domingo nocturno interesante. Había conocido a una chica que, pese a leer mis cuentos, rajaba sobre los hombres como yo de las mujeres. Aunque había algo que me intrigaba. Ella era lesbiana. ¿Qué significaba eso?
Estaba yo sentando en un banco pensando en el cuento que tenía que escribir esa semana. Lo había de entregar al día siguiente. Para variar se me había consumido la semana demasiado rápido. Cuando estaba a punto de que se me ocurriese la idea más genial jamás contada, vino una chica y se sentó a mi lado, preguntándome por algo de tabaco americano. Empezamos a hablar y dió la enorme casualidad que era una de las pocas personas que se leía mis cuentos. Al cabo de un rato de intentar convecerle de que había cosas mejores que hacer que leer mis historias, me preguntó que por qué nunca hablaba de las mujeres, por qué nunca salían en mis relatos.
Como os he dicho antes, los domingos nocturnos los tengo como un momento romántico, especial, medio espiritual y con ciertas normas éticas. Por lo que decidí no tirarle los trastos a esa chica. Pensé que sería mas justo, en relación a los individuos que habitaban las calles a esas horas, hablarle de manera honesta a aquella mujer.
No escribo sobre vosotras porqué no sé qué decir de vosotras. Sois de un mundo que apenas conozco. Y como yo casi todos los hombres. Parece como que no os interesa sacar lo que llevais dentro. Os da como miedo decir lo que pensais. Y para mí eso resulta sumamente aburrido.
La chica, algo rabiosa por mis comentarios, empezó a despotricar contra los hombres. Sus argumentos eran demolodores y definitivos. No se limitaba a los típicos "los tíos sólo pensais en ver tetas" o "con un partido de futbol ya estáis contentos". La tía iba mucho más allá en los ataques, y se centraba en la idea de que éramos incapaces mentalmente de comprender a las mujeres. Yo, maravillado por su capacidad dialéctica y por sus brillantes insultos, decidí romper el pacto de no tirar los trastos los domingos por la noche.
Le dije si quería acabar de insultarme en mi casa, a lo que respondió que era lesbiana.
Llegué a casa con un sabor agridulce. Por un lado, me había dado calabazas una chica con la que parecía que me podía entender. Pero por otro lado, seguía contento por haber tenido otro domingo nocturno interesante. Había conocido a una chica que, pese a leer mis cuentos, rajaba sobre los hombres como yo de las mujeres. Aunque había algo que me intrigaba. Ella era lesbiana. ¿Qué significaba eso?
martes, 12 de febrero de 2008
ENTREVISTA A UN LIBRO
El capítulo de hoy habla de como y cuando Henry Chinaski se encontró un libro por la calle y empezó a hablar con él. Este libro fue el que meses mas tarde le convencería para ir explicando su vida.
ENTREVISTA DE HENRY CHINASKI A UN LIBRO
- que haces aquí?
- me acaban de perder, creo. ahora tienes dos opciones, o acogerme como mi nuevo amo, o buscar a mi verdadero amo y devolverme junto a el.
- bueno de momento me quedare contigo un rato, si me gustas, te vendrás conmigo.
- bueno de hecho no tengo ningun verdadero amo. pertenezco a una biblioteca. asi que he tenido muchos amos.
- hablame un poco de ti
- pues mira nací hace ya algunos años. No me acuerdo ni del nombre de mi padre. Porqué el que pone en mi tapa no es el verdadero autor, ese es un famosillo que le pagaron para que dijese que era mi padre. Nací como libro de autoayuda. Una guía para ser feliz. Tuve mucho éxito cuando nací. Por mi nombre básicamente. A la gente le atrae mucho la idea de que le digan cómo ser feliz.
- espero que esta entrevista tenga moraleja. perdón sigue sigue.
- pues eso, la gente me cogía del brazo con mucha excitación, pero cuando empezaba a contarles cosas, no me entendían. supongo que lo que ellos esperaban eran acciones concretas que les ayudasen en su dia a dia. como por ejemplo, haz más deporte, conoce a más gente, viaja más, aprende más, comprate tal y tal cosa, vende tal y tal cosa, no te relaciones con este tipo de personas, aprende a valorar las cosas, ten sexo más a menudo...no se, ese tipo de cosas que se suelen decir no?
- a mi me han llegado a decir que para ser feliz, has de trabajar. pero en fin, entonces qué cosas les cuentas a la gente que no entienden?
- pues yo les iba explicando chorradas. las cuales intentaba (quiza sin mucho acierto), que fueran graciosas. eran historietas que a mi padre se le iban ocurriendo. tan pronto hablaba de un viaje que había hecho por Francia, como un viaje a través del tiempo. pero eran siempre chorradas, con algun mensaje oculto de vez en cuando, para que les hiciese dar al coco, pero todo de lo más absurdo.
- pero, como les pensabas hacer felices contando esas cosas?
- pues leyendo esas tonterías. para mi la felicidad llega cuando eres capaz de olvidarte de todo lo que te rodea, y poder darle importancia y reírte del sinsentido de cualquier chorrada. os habeis de dar cuenta de que no somos nada. y que por mucho que se intente nunca llegarás a ser feliz. por mucho que trabajes, por muchos novias que tenga o por muchos hijos que tengas.
- no bueno, yo tampoco es que...
- la felicidad ha de ir acorde a lo que significas en este universo. no quiero decir que no significada nada tu felicidad, sino que la has de adaptar. me refiero que a la vez que tu eres insignificante, tu felicidad vendrá con cosas insignificantes para tí. Con chorradas vamos. Cuando sepas disfrutar de una buena chorrada. Cuando tengas la mente totalmente despejada de problemas inútiles y puedas disfrutar de la peor chorrada que te están contando.
Cogí el libro, y me lo llevé a casa...pensé que me serviría. Su padre real?, un tal Charles Bukowski.
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