lunes, 26 de noviembre de 2007

PAN Y CIRCO

AUDICIÓN RECOMENDABLE PARA LA LECTURA DEL POST

Pig - Zona Vx (El arte y sus mentiras, 2010)

Parecía que después de la aventura con la comunidad y los locos zurdos, mi vida volvía a la tranquilidad. Me podía volver a concentrar en mi trabajo: beber y escribir el cuento semanal para la revista. Sin embargo, decidí que esta semana no bebería. Bueno, no bebería para escribir el cuento. Últimamente, pensaba que mis cuentos eran buenos, aunque quizá fuese porqué acababa de redactarlos bolinga, y con un estado mental de euforia tan elevado que estaba convencido que mis cuentos darían la vuelta a Europa.

Como no se me ocurría nada, llamé a mis amigos Eloisio Losiente y Antonio Banderillas. Fuimos a comprar unos refrigerios y unas bebidas alcohólicas y nos sentamos en un céntrico banco.


-Esto es puro vinagre, dijo Antonio Banderillas
-Pero del bueno, vinagre del bueno, señaló Eloisio Losiente

Entre discusiones sobre la edad ideal para saborear un buen vinagre y sobre las próximas elecciones a presidente de la comunidad de vecinos de Eloisio, pasó la primera parte de la noche. Sin pena ni gloria.

El efecto de las bebidas empezó a notarse entre nosotros y la temática de las conversaciones dieron un giro de 180 grados: Antonio Banderillas aseguraba que el retroceso en la subida del precio del suelo, se debía al propio miedo de los especuladores; mientras que yo sostenía que en poco tiempo volverían a estar los precios por las nubes, a no ser que el Estado metiese mano en el asunto.

-No teneis ni idea, añadió Eloisio Losiente

Al acabar lo que habíamos adquirido en los ultramarinos, nuestra actitud había cambiado notablemente. A los 3 nos disgusta la gente. Las multitudes. Las tribus. No nos gusta interactuar con otras personas. No confiamos en ellas, ni en sus ideas. No nos molesta el silencio, de hecho lo necesitamos. Y nos refugiamos en conversaciones absurdas para no tener que hablar de temas que no tienen la importancia que algunos les quieren dar. Y acabamos viviendo en el mundo del absurdo y no podemos escapar. Nos encanta, porqué apenas da problemas.

Pero como he dicho, con la bebida acabada era diferente, parecía más fácil. Ya no había que buscarle el sentido a todo, ya no había que buscarle el sentido a nada. En este estado, parecíamos 3 personas distintas. Ahora podíamos hablar de política, de el sentido de la vida o de cualquier otra estupidez sin tener que matizar cada idea o comentario. Hablar por hablar.

Pan y circo solía repetir Antonio Banderillas como coletilla finiquitadora de cada uno de sus sarcásticos comentarios. Cada vez que lo decía, Eloisio parpadeaba fuertemente y movía rápidamente la cabeza de arriba a bajo; era su peculiar forma de expresar su conformidad con la opinón del Señor Banderillas.

Ahora necesitabamos el contacto con la gente y decidimos entrar en una sala de baile para post-adolescentes.
En la disco, la gente se transforma, o eso me gustaría creer, y todos van a lo que van. Sale a relucir lo peor de cada ser y al parece aquello no nos parecía del todo mal. Ninguno de los 3 apenas tiene recuerdos de lo que sucedió dentro. En el camino de vuelta a casa, volvieron las conversaciones absurdas...